Nota en revista Ñ
En "Memorias de una presa política", Graciela Lo Prete narra la vida de un grupo de prisioneras en Devoto en los 70.
SILVINA MERENSON
MEMORIAS DE UNA PRESA POLITICA
SILVINA MERENSON
En Memorias de una presa política, Graciela Lo Prete, nos ubica ante muchas de las tensiones que poblaron la vida de las mujeres que, desde el año 1975, permanecieron detenidas en el penal de Villa Devoto en calidad de presas políticas. Las diferencias y las decisiones de conjunto, las experiencias anteriores a la cárcel, el vínculo con los familiares, el sectarismo político y las historias de muchos desamores y relaciones de pareja truncas traman la categoría que protagoniza este libro: "compañera", que lo contempla, pero no lo disculpa todo.
Graciela Lo Prete ofrece un relato plagado de voces disonantes. La autora da cuenta de todo sin perder la dimensión humana, el afecto y la amistad que trabaron las mujeres que pasaron por Devoto entre 1975 y 1983. La relevancia de estos lazos no encuentra mejor ilustración que el derrotero que siguió el manuscrito de la autora tras su suicidio, en 1983: fue un grupo de "compañeras" que compartió el cautiverio con ella entre 1975 y 1977 las que decidieron su publicación.
Cada lector le formulará al relato de "La Lopre" preguntas distintas. Muchos podrán conocer por su prosa una experiencia poco referida como lo es la carcelaria, quedando tal vez cautivados por prácticas como el "economato" o la actividad de la "multipar-tidaria" que funcionaba dentro del penal en plena dictadura. Otros podrán reconocer las críticas y los elogios a una generación de mujeres a las que la autora revela en su dificultoso rol de hijas, madres, esposas y militantes políticas.
Sintomáticamente, Memorias de una presa política culmina en la coma de una carta que "La Lopre" recibe de su pareja, como ella, preso en Devoto. La coma deja en suspenso la escritura de Graciela Lo Prete y la trascripción de un sueño en el que su marido buscaba solucionar ciertos "escollos" que le impedían a ella "ser una mujer extraordinaria que pudiera ser mi compañera". Lo que sigue luego de la coma, quizá como la exigencia del sueño, es la ausencia que impone su suicidio, pero también la reparación de aquello que escapa a la desaparición.
Graciela Lo Prete ofrece un relato plagado de voces disonantes. La autora da cuenta de todo sin perder la dimensión humana, el afecto y la amistad que trabaron las mujeres que pasaron por Devoto entre 1975 y 1983. La relevancia de estos lazos no encuentra mejor ilustración que el derrotero que siguió el manuscrito de la autora tras su suicidio, en 1983: fue un grupo de "compañeras" que compartió el cautiverio con ella entre 1975 y 1977 las que decidieron su publicación.
Cada lector le formulará al relato de "La Lopre" preguntas distintas. Muchos podrán conocer por su prosa una experiencia poco referida como lo es la carcelaria, quedando tal vez cautivados por prácticas como el "economato" o la actividad de la "multipar-tidaria" que funcionaba dentro del penal en plena dictadura. Otros podrán reconocer las críticas y los elogios a una generación de mujeres a las que la autora revela en su dificultoso rol de hijas, madres, esposas y militantes políticas.
Sintomáticamente, Memorias de una presa política culmina en la coma de una carta que "La Lopre" recibe de su pareja, como ella, preso en Devoto. La coma deja en suspenso la escritura de Graciela Lo Prete y la trascripción de un sueño en el que su marido buscaba solucionar ciertos "escollos" que le impedían a ella "ser una mujer extraordinaria que pudiera ser mi compañera". Lo que sigue luego de la coma, quizá como la exigencia del sueño, es la ausencia que impone su suicidio, pero también la reparación de aquello que escapa a la desaparición.
En: Ñ Revista de cultura Clarín. Sábado 29 de abril de 2006
MEMORIAS DE UNA PRESA POLITICA